Los adventistas del séptimo día aceptan la Biblia como la única fuente de sus creencias. Consideramos que el movimiento es el resultado de la convicción protestante de Sola Scriptura: la Biblia como la única norma de fe y práctica de los cristianos.
DIOS. "Creemos que Dios ama"
¿QUIÉN ES DIOS?
Dios es amor, poder y esplendor, y Dios es misterio. Sus caminos están muy por encima de los nuestros, pero aun así, él llega hasta nosotros. Dios es infinito pero está cercano, tres y sin embargo uno, que todo lo sabe y todo lo perdona. Pasaremos la eternidad manteniendo una relación cada vez más profunda con Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
A pesar de la distancia que exige el pecado, Dios se ha revelado de incontables maneras. La Biblia es la historia de Dios en sus esfuerzos por reconectarse con sus hijos, y es un importante método que Dios usa para alcanzarnos. La Biblia es un mosaico de escritores, estilos y perspectivas, y revela a un Dios siempre creativo y paciente, que sigue buscando la forma de restaurar nuestra relación con él. Aunque escrita por gente común, mediante el Espíritu penetra nuestro corazón, abre nuestros ojos y nos convence de que vivamos para él.
Dios el Padre llegó hasta nosotros de la manera más dramática por medio de su Hijo Jesús, que escogió no solo visitarnos sino llegar a ser uno de nosotros. Jesús nació como humano para que podamos renacer en el Espíritu, nos mostró el amor y el carácter de Dios, y hasta qué extremo estuvo dispuesto a llegar Dios para salvarnos de la autodestrucción. Lo que no podíamos hacer por nosotros mismos, Jesús lo hizo por nosotros, pagando el precio por nuestros pecados, muriendo en nuestro lugar para que podamos vivir para siempre. Por la resurrección conquistó la muerte, y prometió regresar para llevarnos al hogar.
Mientras tanto, Dios no nos ha dejado solos. El Espíritu Santo está aquí para consolarnos, guiarnos y transformarnos, para que vivamos como testigos del amor de Dios. El mismo Espíritu que inspiró a los profetas y capacitó a Jesús, que dio forma a las Escrituras y creó el mundo, nos capacita también a cada uno de nosotros.
El Espíritu activa “el cuerpo de Cristo”, la iglesia, mediante los dones espirituales y una humilde actitud de servicio y compasión.
La Biblia. Antigua, intemporal y una obra maestra de la literatura, nos revela la función de Dios en la historia humana, nuestro lugar dentro del plan de Dios y la verdad, para guiarnos y protegernos del engaño.
La Trinidad. Dios, el inmortal, todopoderoso y plenamente amante, es una relación del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es el único ser digno de nuestra adoración. Dios es nuestro Creador, Redentor y Amigo. Dios el Padre. Dios el Padre es la fuente de todo amor y vida. Envió a su Hijo para salvarnos de nuestros pecados y de nosotros mismos, y para mostrarnos cómo es él. Dios el Hijo. Jesús se hizo humano para salvarnos. Por su medio —nuestro ayudador, abogado y Redentor— podemos comenzar de nuevo. Nos está preparando el cielo, y regresará a llevarnos con él.
El Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos inspira, nos capacita y guía nuestra comprensión. El Espíritu toca nuestro corazón y nos transforma, renovando en nosotros la imagen de Dios con la cual fuimos creados.
HUMANIDAD. "Creemos que Dios crea"
UNA BELLEZA QUEBRANTADA
Desde las neuronas a las nebulosas, desde el ADN hasta las distantes galaxias, estamos rodeados de maravillas. Sin embargo, la belleza está quebrantada.
El Génesis nos dice que el amante Dios separó la luz de las tinieblas y la tierra del agua, poniendo la vida en movimiento y esculpiendo al primer ser humano del polvo de la tierra. El Génesis describe el gozo y la satisfacción de Dios ante su obra, deleitándose una y otra vez porque lo creado era “bueno”. La tierra floreció en perfecta armonía, bajo el cuidado de la humanidad.
Dios celebró su obra al declarar un descanso semanal, el sábado, como día para recordar nuestra conexión con el Creador. Dios diseñó a la humanidad para que reflejara su gloria. Cada uno de nosotros refleja una faceta particular de su personalidad y carácter. La mente, el cuerpo y el espíritu. Podemos pensar, vivir y meditar. ¿El componente asombroso? La libertad.
Nuestro mismo aliento proviene de Dios, pero él nos dio la libertad de escoger, un rasgo que bien podía terminar en catástrofe. Una astuta mentira hizo que los primeros humanos cuestionaran que Dios era amante y digno de confianza. Pronto el temor, la envidia y la indiferencia dejaron su marca en el mundo. Cuando los primeros padres de la humanidad se separaron de Dios, el pecado arruinó todo lo que era bueno. Los corazones se rebelaron y el cuerpo humano se vio deteriorado. Las relaciones se arruinaron. Quedamos sin la posibilidad de llegar a Dios por nuestra cuenta: Dios tendría entonces que llegar hasta nosotros.
Y así lo hizo Dios, al enviar a su Hijo a reconstruir la relación quebrantada entre el cielo y la tierra. Dios envió a su Espíritu para restablecer la desfigurada imagen de Dios en nosotros. El Espíritu nos capacita para llegar hasta los demás, demostrando amor y representando a nuestro Salvador y Creador ante un mundo quebrantado que somos llamados a reparar.
LA SALVACIÓN. "Creemos que Dios redime"
ARMONÍA INTERRUMPIDA
El amor. La armonía. La perfección. Hubo un momento cuando toda la creación entonaba la misma gloriosa canción.
La desarmonía irrumpió cuando un ser que era perfecto abusó de la libertad que Dios le había dado. Satanás, “el Acusador”, escogió el egoísmo y la calumnia en lugar de la verdad y el amor. Satanás afirmó que Dios no era justo, que era duro y controlador, privándole a otros de lo que se merecían.
El engaño de Satanás se llevó una tercera parte de los ángeles celestiales, que Dios expulsó del cielo. Satanás reclamó el señorío de nuestro planeta cuando engañó a la primera pareja, Adán y Eva, llevándolos a dudar de que Dios era amante y digno de confianza. Ese primer pecado distorsionó la imagen de Dios en nosotros, volviendo al mundo contra sí mismo y poniéndolo en peligro de autodestruirse.
El “gran conflicto” sobre el carácter de Dios, sobre el bien y el mal, no ha terminado. A pesar de ello, Jesús, el propio Hijo de Dios, resolvió hace dos mil años esa pregunta fundamental cuando dio su vida por la humanidad.
¿Cuán profundo es el amor de Dios? La muerte sacrificial de Cristo mostró que Dios estuvo dispuesto a pagar un costo incalculable por nuestros pecados. Su sacrificio reveló el verdadero horror del pecado y dejó en claro que se puede confiar en Dios. ¿Por qué la muerte de Cristo hizo una diferencia semejante? Porque Jesús vivió la vida perfecta que nosotros no podíamos vivir y murió la muerte que cada uno de nosotros merecía.
El resultado: Podemos vivir para él, ahora y siempre. El sacrificio de Cristo nos reconcilia con un Dios perfecto y transforma nuestros corazones. El Espíritu Santo nos muestra la necesidad que tenemos de Dios y nos garantiza que somos salvados y estamos perdonados. El Espíritu escribe un nuevo mensaje en nuestro corazón, capacitándonos para vivir en libertad, servicio y alegría. Dios nos trata como si jamás hubiéramos pecado, jamás dudado, jamás apartado del camino.
El mismo Jesús que sometió a los demonios durante su vida declaró por su muerte la victoria sobre todos los poderes del mal. La resurrección de Jesús garantiza que la muerte misma dejará de existir. Nuestra nueva vida en Jesús nos libera del temor de la muerte y la vergüenza de nuestro pasado.
Al conectarnos con Jesús, el Espíritu Santo calma nuestro corazón y nos transforma la visión. Nuestra vida espiritual crece a medida que hablamos con Dios, meditamos en su Palabra, compartimos nuestra fe y adoramos mediante la música y el compañerismo.
LA IGLESIA. "Creemos que Dios está presente"
SOMOS UN CUERPO
Jesús dejó una misión épica a sus seguidores: contarle al mundo de su amor y de su promesa de regresar, y cuidar de las personas así como él lo hizo. Confiar su mensaje a los seres humanos fue una decisión osada y riesgosa, pero aunque Dios sabía que estos a menudo le fallarían y aun distorsionarían su verdad, quiso trabajar con ellos.
El riesgo bien valió la recompensa. La iglesia, que es seguidora de Jesús, es llamada e inspirada a actuar como él: sirviendo desinteresadamente a otros, apoyándose en Dios en busca de fortaleza, incorporando la Palabra de Dios y contándole al mundo de su amor. Todos son iguales en Cristo: hombres y mujeres, ricos y pobres, sin importar su trasfondo o etnia.
La iglesia fomenta el apoyo y el aliento mutuos al pasar tiempo juntos en adoración y estudio de la Biblia. Los cristianos celebran el pacto de Jesús con ellos por medio de la ceremonia de la Santa Cena, que recuerda el ejemplo de servicio y sacrificio de Cristo. La iglesia celebra la salvación de cada miembro mediante el ritual del bautismo por inmersión. La iglesia es las manos y los pies del “cuerpo de Cristo”.
Jesús prometió que todo lo que había hecho en esta tierra, también lo haría por medio de su iglesia. Sí, somos un pálido reflejo de la perfección de nuestro Salvador, pero Jesús sigue siendo la cabeza de su iglesia. A pesar de nuestras imperfecciones, en su gracia y mediante el poder de su sacrificio redentor seremos una deslumbrante nueva creación.
En los últimos días del mundo, cuando gran parte del mensaje de Dios haya sido descuidado y descartado, Dios nos llama a recordar los sellos distintivos de su verdad. El libro de Apocalipsis nos habla de tres ángeles enviados a este planeta con un mensaje final de esperanza y advertencia. La historia de ellos simboliza la misión divina para su pueblo en el tiempo del fin.
El Espíritu Santo nos capacita individualmente con nuestros propios dones espirituales, con capacidades con las cuales compartir el amor divino y fortalecer a otros. Ya sea al enseñar y predicar, al brindar aliento y profetizar, el Espíritu ha otorgado a la iglesia todos los dones que necesita para cumplir su obra.
LA VIDA DIARIA. "Creemos que Dios transforma"
CREADOS PARA UNA VIDA PLENA
En los diez mandamientos, la ley de Dios nos muestra cómo vivir y nos revela nuestra necesidad de Cristo. Aunque la ley nos muestra qué senda seguir y nos convence de pecado, es mucho más que solo mantenernos a raya. Los principios de los mandamientos describen una relación integral con Dios, con mi prójimo y conmigo mismo.
Dado que Dios prefiere mostrarnos antes que decirnos cómo vivir, Jesús vino como ejemplo de la ley divina ejemplificada. En contraste a la observancia del sábado de su época, Jesús enfatizó el séptimo día como día de descanso y restauración. Observamos el sábado semanal al interrumpir nuestras tareas diarias de empeño personal, para dedicarnos a servir y bendecir a otros. El sábado es el don divino de libertad. Nos da tiempo para lograr la restauración personal, de nuestras familias y de nuestra relación con Dios.
Dios nos llama a ser sus mayordomos, y nos encomienda responsabilidades. Dios encomendó a nuestro cuidado la tierra, sus recursos y sus hijos. Un día cercano regresará. Tenemos que ser buenos mayordomos de nuestro tiempo, energía y cuerpos; el medio ambiente, los recursos materiales y de nuestros prójimos. Como cristianos, no buscamos tan solo nuestros propios intereses sino el panorama general, según el cual pesamos nuestras acciones a la luz de los planes divinos, sabiendo que Dios los bendecirá.
Dios desea que vivamos en integridad y equilibrio, que cuidemos de nuestro cuerpo, refinando la mente y alimentando el espíritu. Como sabemos el elevado precio que Cristo pagó para redimirnos, deseamos glorificar a Dios en cada aspecto de la vida. A medida que el Espíritu vive en nosotros, deseamos glorificar a Dios en cada aspecto de la vida. Buscamos entonces elevar a otros y personificar la gracia divina en nuestras acciones e interacciones. Como dedicados testigos de Dios, hacemos progresar sus prioridades en nuestra utilización del tiempo, consumiendo solo lo que alimenta la mente y el cuerpo, y considerando nuestro impacto sobre nosotros, las demás personas y la sociedad.
Dios nos creó a su imagen, hombre y mujer. El compromiso matrimonial para toda la vida es el plan divino para que su pueblo disfrute de unión y compañerismo, apoyándose y elevándose mutuamente. El plan de Dios es que los niños crezcan en un ambiente de amor y disciplina. Aunque las familias sufran rupturas, todas pueden ser parte de la familia de Dios.
EL APOCALIPSIS. "Creemos que Dios triunfa"
EL AMOR RESTAURADO
Desde el Jardín del Edén a la Torre de Babel, desde la destrucción de Sodoma al Éxodo de Egipto, Dios siempre ha investigado antes de actuar. Ahora, antes de su regreso, Jesús está investigando las vidas de todos los que alguna vez vivieron, revelando las elecciones que los llevaron a la salvación o destrucción. Dios quiere que quede claro y transparente al universo expectante que nadie cosechará un destino que no haya escogido.
Los rituales del antiguo santuario hebreo fueron tan solo un reflejo de la obra de Cristo en el cielo, y cada ofrenda preanunciaba el sacrificio último de Jesús. Ahora Cristo, nuestro verdadero sumo sacerdote, ofrece los méritos de su sacrificio a todos los que acepten su gracia. Dado que él soportó cada tentación que enfrentamos, podemos confiar en que entiende nuestras luchas y nos fortalece cuando necesitamos ayuda. Jesús es nuestro mediador, el que perdona nuestros pecados y restaura la relación con Dios quebrantada por el pecado. El primer pacto nos condenó a la muerte, pero Jesús es el mediador de un nuevo pacto, cuyo sacrificio nos liberó.
La nada inconsciente que es la muerte nos separa de Dios y de los que hemos perdido. Solo Dios posee inmortalidad intrínseca, pero el don gratuito de la salvación es la vida eterna. Aguardamos con ansias la segunda venida de Cristo, cuando Jesús resucitará a los salvados de la muerte, para que puedan vivir para siempre.
Los primeros mil años después del regreso de Cristo serán en el cielo un tiempo de reconciliación y renovación. Tendremos la capacidad de investigar las vidas de los perdidos, explorando cómo sus elecciones los llevaron a la salvación o destrucción. El planeta estará vacío de seres humanos; solo estarán Satanás y sus ángeles, exiliados y ya sin nadie que engañar o destruir.
Después de mil años, Dios y los salvados regresarán del cielo a la tierra con la ciudad celestial, la Nueva Jerusalén. Dios resucitará a los malvados muertos para que puedan ser testigos de la fase final del juicio de Dios. Cada persona enfrentará el registro de su vida, y todos verán la verdadera justicia y equidad de Dios. Entonces Dios destruirá para siempre el pecado y los pecadores.
Cuando Dios vuelva a crear este planeta, el amor, el gozo y la armonía serán al fin restaurados en el universo. El temor, el sufrimiento y la muerte solo serán un recuerdo. Conoceremos cara a cara a Dios, y seremos libres de crear y explorar sin fin.
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NUESTRAS CREENCIAS
Las creencias adventistas tienen el propósito de impregnar toda la vida. Surgen a partir de escrituras que presentan un retrato convincente de Dios, y nos invitan a explorar, experimentar y conocer a Aquel que desea restaurarnos a la plenitud.